jueves, 18 de agosto de 2011

La crisis como excusa o como oportunidad

Creo que habrán sido casi 100 veces las que me han preguntado durante el último año si no ha sido un tanto imprudente por mi parte dejar "mi puesto" en la multinacional que trabajaba y ponerme a emprender en este momento de crisis. En muchas ocasiones y sin preguntármelo directamente he podido sentir incluso la incredulidad o la mofa de algunas personas ante esta decisión mía. No considero que mi decisión sea algo extraordinario y me da pena ver como en Extremadura gran parte de la sociedad ve esto como algo excesivamente arriesgado o incluso temerario. La manida “crisis” es un argumento adicional para relajar urgencias y quitar presiones, de manera que justifica la falta de acción y el seguir buscando lo cómodo (aunque no coincida con lo que queremos).

Continuamente oimos muletillas como “…con la que está cayendo”, que expresa muy bien ese alegato por el conformismo y esa posición de espera en la que se está situando mucha gente. Demasiadas empresas se están dejando llevar por el miedo y revisan estrategias para rebajar objetivos, impulsados únicamente por esa sensación colectiva de que la “crisis” puede tumbarles a ellos también... cuando, realmente, la experiencia de otros momentos como este nos dice que ahora mismo hay grandes oportunidades ahí fuera; este es el mejor momento para empezar nuevas líneas de negocio y consolidar las actuales. Ahora están surgiendo las nuevas empresas que liderarán el futuro.

 
La crisis ha llegado con su destrucción creadora para remover los cimientos sobre los que se ha asentado el desarrollo de los últimos años. Esta es una crisis más, como las que vinieron y como las que vendrán. En sus fundamentales no tiene características muy diferentes a las anteriores; si acaso esta puede conllevar una recesión un poco más profunda, pero mitigada a nivel social por unos mejores niveles de renta y bienestar conseguidos en los últimos años. Así pues no es momento de rasgarse la vestiduras, ni de cogerse la depresión y echarse a llorar ó esconderse en el baño. No hay excusas. Es la hora de serenarse, analizar lo que está pasando y asumir los cambios para renovarse y mirar a nuevos horizontes.